"Una horrible forma de morir" es una thriller que resulta interesante. La impresión que uno adquiere es que la propuesta del director Adam Wingard consiste principalmente en mostrar el retrato intimo de un asesino en serie, su retorcida mentalidad y tambien sus ocultos deseos, a partir de una cadena de acontecimientos como producto de una retorcida intriga. Para ello, Wingard desarrolla hábilmente los hechos que nos muestran a Garrick Turrell, un asesino frio y calculador, pero tambien contemplativo y angustiado al verse atrapado en su propia locura.
La carrera de Adam Wingard, nacido en Tenesse, USA., dio inicio en el año 2004 con el corto "The little one". Años depués se inició en el largometraje con el film "Home Sick", inscrito en el género del terror, con las actuaciones de Bill Moseley y Tiffany Shepis. Su segundo largometraje es "Pop Skull" del año 2007, un film acerca de un alucinógeno mortífero, el cual obtuvo buenas críticas y la atención de mucho público, al menos dentro del circuito del cine indie norteamericano. "A horrible way to die" es su tercer largometraje, y a la fecha ya ha lanzado su cuarto film "Autoerotic", un drama de tinte erotico como lo señala su titulo, y ha llamado nuevamente la atención con su quinto trabajo titulado "You´re next", una cinta de horror, al parecer mucho más monstruosa, que ha ganado los elogios de quienes ya la han visto en el Fantastic Fest de Toronto en este año. Wingard tiene una curiosa web oficial http://adamwingard.wordpress.com/, donde cuelga distintas fotos que incluyen desnudos femeninos y fetichismos varios. Sin duda, un señor de gustos amplios.
El actor A.J.Bowen, visto en los buenos filmes de terror "The house of the devil", sobre una casa maldita, y en "The signal", un relato post-apocaliptico que recuerda mucho a la novela "Cell" de Stephen King, pero con toques de humor negro, se encarga de dar vida en forma muy acertada a un criminal de conducta transtornada debido a su atracción hacia la idea de la muerte, la cual lo conduce a asesinar a jóvenes mujeres en su búsqueda de la manera más horrible de morir.
En medio de esta locura, Turrell conoce el amor en la figura de Sarah, una jóven quien parece ser la única persona que puede ayudarlo. Pero eso no es más que una ilusión, pues su ola de crimenes continúa hasta ser finalmente capturado y encerrado en prisión. Convertido en una nefasta celebridad en los medios de comunicación y en las redes sociales, el asesino decide escapar, volviendo a desatar una serie de crímenes atroces, en su camino hacia un misterioso objetivo.
El relato del director Wingard se desarrolla a partir de la huída de Turrell de la prisión. Sin embargo, esto se ve matizado con una serie de saltos temporales, tanto hacia atrás como tambien hacia adelante en la línea narrativa, los cuales van mostrando distintos detalles ocultos dentro de esta historia. De ahi que la primera secuencia que apreciamos no es más que
un adelanto de una situación a desarrollarse posteriormente. Este recurso es llevado a cabo en forma adecuada por el director cuando notamos que no entorpece la comprensión de los hechos, y por el contrario resultan reveladores.
El clima o la atmósfera que se aprecia en este film es de carácter sombrio, enrarecido, e incluso triste. Ello se debe al sentimiento impreso por Sarah, la ex novia del asesino, tras los rezagos de su experiencia traumática. Además, los recuerdos de su vida pasada se muestran en distintas secuencias como recuerdos casi borrosos, diluídos en medio de una escasa iluminación o detrás de unas luces más bien distorsionantes. En cierto modo este recurso recuerda a la atmósfera onirica vista en algunos films de David Lynch, como "Carretera perdida" o "Mulholland Drive", donde la noche era el escenario perfecto para las pesadillas de sus personajes, pero esto sin alcanzar el grado de bizarrismo e irrealidad del director canadiense. (Para averiguar si Wingard puede equipararse al maestro, habría que apreciar "Pop Skull", cosa que tengo pendiente).
La violencia se hace presente en forma contundente y terrible, pero sin demasiado apego a la muestra excesiva de contenido gore y sanguinolento, quedando esto reducido a algunos momentos puntuales y breves, eso si, muy cumplidores al mostrar el sadismo del asesino con sus victimas.
Las actuaciones contribuyen con ese tono intimista y al mismo tiempo siniestro notado en todo el film. De este modo, Amy Seimetz encarna a Sarah, la mujer taciturna que vive sumida en su angustia y en su temor a la vuelta del peligroso asesino. A partir de ella conocemos la amenaza que se cierne sobre aquella pequeña comunidad y sus distintas personas en las manos de Garrick Turrell.
La historia logra desarrollarse con mucha coherencia, más allá de su estilo narrativo; sin embargo, hay que destacar que su tramo final presenta el punto más discutible del film: los hechos pueden lucir forzados en favor de un giro argumental que busca sorprender en perjuicio de la lógica del relato, que no digo que esta situación no pudiese ser posible, pero las condiciones no alentaban mucho el camino en esa dirección, por lo cual se resiente esta sorpresa final como algo artificioso y forzado. No obstante, depende de la receptividad del espectador el aceptar esta propuesta. De todos modos, el asunto importante, el trasfondo de la relación entre el sicópata y la jóven se mantiene indemne, y logra salir adelante con un plano final, mudo en palabras pero suficientemente claro en intenciones, y es que el asesino obtiene respuesta a su constante pregunta sobre cuál es la forma más horrible de morir: ¿es esta una horrenda tortura física, o es, más bien, un vacio terrible en el alma, ante una completa soledad?.
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